17 de octubre de 2011

Project Zero III: The Tormented

Un día, hace ya la tira años, se apoderó de mí la fiebre del terror japonés. Con el tiempo, me daría cuenta de que este subgénero no era para tanto y me aficionaría a las comedias dramáticas húngaras; pero, en aquel momento, el cine de miedo oriental me parecía el no va más.

La película que me abrió las puertas a este mundillo fue The Ring. La vi a las tantas de la madrugada estando solo en casa y me cagué de miedo. No me importa reconocer que esa noche la pasé con el televisor encerrado en el armario bajo llave, la cama atrancando la puerta de mi dormitorio, y un cuchillo debajo de la almohada (porque un cuchillo, tal y como demuestra la experiencia, es muy útil contra entidades sobrenaturales).

Vale, la mayor parte del párrafo anterior es mentira. Ni siquiera puedo imaginarme haciendo el esfuerzo de desconectar el televisor o de mover mi cama, y, de hecho, es probable que le hubiera tirado los trastos a Sadako de haberla visto salir del televisor. Con diecisiete o dieciocho años, mi lema era que no había mujer fea, sino copa de menos.

Después de The Ring, me tragué muchas otras películas de terror orientales, como Llamada perdida o El grito, y también todas sus secuelas y remakes.

El caso es que era cuestión de tiempo que acabase comprándome algún videojuego que inspirase la misma clase de terror psicológico que tanto me había gustado del filme de Hideo Nakata. El primero que añadí a mi colección personal fue Project Zero 3: The Tormented, para PlayStation 2; y no me defraudó en lo más mínimo.


Prólogo


La protagonista de esta historia se llama Rei Kurosawa, tiene 23 años y trabaja como fotógrafa independiente.

Ser joven y atractiva, y compartir apellido con uno de los más grandes cineastas nipones debería ser suficiente para hacerla feliz; pero, en este momento, ni siquiera esos detalles pueden consolar a Rei. Está lloviendo, se ha gastado una pasta en la peluquería ¡y no lleva paraguas! La peor pesadilla de una mujer.

Todas las capturas son así de malas. Podéis empezar a quejaros.

Oh, y además su coche está tirado en la cuneta y su prometido está más muerto que Twitter sin David Bisbal. Si es que está claro que no se puede escuchar J-Pop mientras se conduce, que le entran a uno tendencias suicidas. ¿Os acordáis de Ike Ike? Pues eso.

Un momento, ¿han dicho que el novio de Rei se llama Yuu? ¿No será...?

Dun-dun-dun...

No, no lo es. Menos mal. Demasiadas fantasías multicolor pueden ocasionar diarrea mental y reflujo gástrico.

Meses después del accidente, Rei y su ayudante Miku Hinasaki (¡la heroína del primer Project Zero!) deciden hacer un reportaje fotográfico en una vieja mansión, que, según los rumores, está EEENCAAANTAAADAAAAAAA.

Espero que hayáis leído esa última palabra con el tono adecuado e incorporado mentalmente el sonido de un trueno, porque casi desgasto la letra A del teclado escribiéndola.

Miku, evitando los signos de interrogación desde 2001.

Durante la sesión de fotos, Rei enfoca hacia una esquina que no parece especialmente vistosa y, al pulsar el disparador de su cámara, ve a Yuu ahí parado con la cabeza gacha, como si la tarima le pareciera la cosa más interesante del mundo. O al menos Rei dice que es Yuu, porque a mí todos los orientales me parecen iguales, y en un videojuego ya ni os cuento. Deberían haberle puesto gafas y bigote para que pudiéramos identificarlo más fácilmente.

El fantasma de Yuu se aleja, y Rei corre tras él, transportándose de golpe a... ¿otra mansión? ¿La misma mansión en el pasado? Ni idea. La imagen está en blanco y negro, y tiene más ruido que mi cinta de vídeo de El retorno del Jedi. Hay que ver lo misterioso que es todo esto.


Hora cero: La llamada


Tomamos el control de Rei en un patio interior. Nieva ligeramente y el hombre del tiempo prevé alta probabilidad de apariciones fantasmales.

Rei, al igual que nosotros, no sabe dónde está, ni qué la ha arrastrado hasta allí. Sin embargo, la situación no parece afectarla en lo más mínimo. Esto me lleva a pensar que o bien Rei es la persona más apática sobre la faz del planeta, o bien que ver a su novio muerto y desafiar los límites del espacio-tiempo es de lo más normal para ella.

Y encima, esta es la música que suena de fondo:


Relajante, ¿eh?

Nosotros, que aún conservamos los pies en la tierra, agradecemos que Rei lleve una linterna y no estemos totalmente a oscuras. Podemos dirigir la luz, por ejemplo, hacia ese montículo sembrado de siniestras lápidas de piedra. Estupendo. ¿Dónde hay unos chapines de rubíes cuando más los necesitas?

Dado que nadie en su sano juicio haría planes para acampar frente a un cementerio y no hay otra salida, seguimos adelante por la única puerta que hay, que conduce al interior de la casa.

Se está mejor en casa que en ningún sitio... Se está mejor en casa que en ningún sitio...

Según entramos en el edificio, nos lo ponen a huevo para que nos asomemos entre dos entramados y veamos un magnífico tatami fabricado con paja de arroz y recubierto con una estera de junquillo, una auténtica obra de artesanía japonesa. Ahora bien, fijarse en el tatami exige mucho temple cuando hay un PUÑETERO ESPÍRITU plantado ahí en medio.

No pasa nada. Hemos visto más de una vez Granjero busca esposa, y estamos preparados para soportar el terror más visceral. Solo necesitamos nuestro cañón de protones, arrojar una trampa al suelo y... Oh, ya. No tenemos de eso. Bueno, al menos, el fantasma está de espaldas y juraría que no ha visto a Rei. Podríamos incluso hacerle una foto y luego mandarla a Cuarto milenio. De aquí a la fama hay un paso. A ver... Sacamos la cámara de fotos, procuramos que el encuadre sea correcto y... ¡disparamos! Chupado. Es como el Pokémon Snap del Más Allá.

Ya veréis lo rápido que se marchan las visitas cuando saquemos el álbum de fotos de nuestro viaje a Japón.

Un poco más adelante, encontramos a Yuu desvaneciéndose por otro pasillo. Si creéis que Rei necesita un recuerdo del trasero de su novio, podéis sacarle una foto. Si no, pasad a la página 32.

Si seguimos caminando por donde se ha marchado Yuu, una mujer y su hija pequeña, las dos muy oscuras y espectrales, aparecerán sin previo aviso en una habitación contigua. Para añadir su imagen a nuestro álbum, tendremos que ser muy rápidos con el giro de cadera y la cámara, ya que se esfuman enseguida. (A falta de buenos reflejos, podemos guardar y cargar la partida cada dos por tres, para saber de antemano dónde aparecerán los fantasmas; pero esto le quita emoción al juego.)

En esa misma habitación, también hay una muñeca de porcelana que levanta la cabeza hacia nosotros cuando nos acercamos. En general, las muñecas de porcelana me dan bastante canguelo sin necesidad de moverse, así que esto es más de lo que mi frágil mente puede soportar. Mi abuela tenía dos de estas muñecas vestidas de época en su dormitorio, y os aseguro que no había mejor forma de disuadirme de entrar en él. Si hay un Toys "R" Us en el Infierno, seguro que es lo único que venden.

¡Madre e hija visten a juego! Qué monas.

El pasillo por el que vimos marcharse a Yuu nos conduce a otro corredor donde hay un espejo enorme con una vela encendida en frente. Un lugar ideal para retocarnos el pelo y ver lo bien que nos sientan los pantalones, o cagarnos por la pata abajo. Decidme si no, cuándo fue la última película de fantasmas que visteis en la que hubiera un espejo y no pasara nada inquietante. ¿Necesitáis que os recuerde lo que sucede en Poltergeist, o en Terroríficamente muertos?

De hecho, lo único más horripilante que una muñeca de porcelana es una muñeca de porcelana reflejada en un espejo. Os reto a encontrar algo que dé más miedo que eso.

No, en serio, ¿quién se encargó de decorar este sitio? ¿Freddy Krueger?

Un poco más adelante, detrás de un entramado de madera, nos topamos con el espíritu de otra mujer. Rei, que lleva con mucho más aplomo que nosotros estas visiones, llama su atención y le pregunta si quiere posar para la revista Ghost Ilustrated. Será un instante. Gracias.

Seguimos avanzando hasta que, de golpe y porrazo, un hombre vestido de blanco aparece detrás de nosotros. A diferencia de los demás espectros que nos hemos encontrado hasta ahora, este tiene ganas de jugar al pilla-pilla y va armado con un cuchillo jamonero. Podríamos pararnos y charlar con él sobre el tiempo, o hacer caso a la alarmante pista de audio (que no suena precisamente como la música de persecución de El show de Benny Hill) y salir de allí cagando leches, lo que nos dicte el sentido común.

Casper, el fantasma amigable.

Si no somos muy torpes, habremos llegado a un jardín interior con el árbol más seco y retorcido que podáis imaginaros. Hasta mi laurel manchado tiene más hojas que este árbol, y solo lo riego cuando... eeeh... Mierda. Dadme un minuto.

Ya ha pasado un minuto. ¿Dónde lo había dejado?

Ah, sí.

A la izquierda y a la derecha del jardín se abren dos corredores, y en ambos se nos aparece una niña fantasma que nos ruega que nos quedemos aquí... para siempre. Sí, claro, lo añadiré a mi lista de ideas estúpidas que podrían causar mi muerte prematura; aquí, justo debajo de hacer juegos malabares con motosierras en llamas.

Me encantaría quedarme, pero llego tarde al ginecólogo.

Siguiendo el rastro de Yuu, por fin llegamos a un santuario. A la entrada de este sagrado lugar, Rei pide a Yuu que la espere porque tiene algo que decirle; pero, sinceramente, a estas alturas no creo que un "La próxima vez que vayamos a casa de tu madre, cogeremos el tren" le consuele .

Después del breve encuentro, presenciamos una escena estremecedora que incluye cortinas ajadas agitadas por el viento, una mujer tatuada que flota hacia nosotros, un cuarteto de niñas con martillos y estacas, y R2-D2 en un jacuzzi con dos lavadoras.


Vale, definitivamente en esa imagen hay algo que no cuadra. ¿Qué hacen cuatro niñas jugando con estacas? ¿Dónde están sus padres? ¿Y quién pone cortinas en mitad del pasillo?

Para Rei, es hora de despertar.


Hora I: El signo


En el cuarto oscuro de su piso, Rei revela las fotos que ha tomado con Miku. Después, se acuesta esperando soñar con Brigitte Bardot peleando con Claudia Cardinale en Las petroleras. No, esperad, ese soy yo. Qué confusión más tonta. Ella solo quiere soñar con los angelitos.

Por desgracia, meterse en la cama devuelve a Rei a la vieja mansión, que, según el manual de instrucciones, se conoce popularmente por el nombre del Palacio de los Sueños. Ahora en Technicolor.

Empezamos en un vestíbulo que da a un pasillo oscuro y angosto atestado de muebles viejos. La atmósfera es opresiva de cagarse. Llegados a este punto, creo que ya podemos considerar este juego como el laxante definitivo.

Hay que ver lo que ahorran en luz estos japoneses.

Tomando el pasillo de la derecha, nos encontramos con otra niña fantasma parada delante de una puerta y, al otro lado del umbral, nos volvemos a cruzar con la niña y su madre. Teniendo en cuenta que por esta zona también merodea un espíritu errante, francamente no se puede decir que esta mansión esté encantada, sino más bien okupada. No puedes dar un paso sin que te asalte un maldito fantasma en mitad del camino.

En cualquier caso, los espíritus japoneses son bastante vanidosos y se quedan parados unos instantes para que les saquemos la foto de rigor, de modo que podamos anotarnos algunos puntos en el marcador. Enseguida os diré para qué sirven los puntos, aunque ya os adelanto que no es para ganar un lote de productos de limpieza para el hogar.

Subiendo por unas escaleras que crujen lastimosamente a cada pisada, una mano tan pálida y femenina que podría ser la de Robert Pattison arrastra la llamada Cámara Oscura hacia nosotros.


Aparte de su acertado acabado vintage, la Cámara Oscura es nuestra única arma en el Palacio de los Sueños, y nos permite tanto defendernos de los espectros más violentos, como investigar cualquier objeto que consideremos sospechoso. A mí, por ejemplo,  me vendría fenomenal para saber qué es esa sustancia verde y resplandeciente que se extiende por mi bañera.

La cámara dispone de un filamento que brilla cuando estamos cerca de un elemento sobrenatural y, además, puede cargarse con distintos tipos de carrete, algunos más potentes que otros, aunque ninguno sirve para sacarse fotos con una tortuga ninja superpuesta. También podemos mejorar el aparato con los puntos que consigamos al hacer fotos, aumentando así sus funciones básicas y optimizando las lentes para causar distintos efectos sobre los fantasmas. Igualmente podemos mejorar las técnicas especiales de cada personaje, como el flash de Rei, que manda a los espíritus a tomar viento y los deja momentáneamente desprotegidos. Y digo "cada personaje", porque en este juego no solo controlamos a Rei, sino también a su ayudante Miku y a Kei, un escritor especializado en leyendas urbanas.

Todos se arrepentirán de no haber cogido una muda extra antes de salir de casa.

A medida que nos adentramos en el Palacio de los Sueños, encontramos más espíritus apacibles a los que fotografiar y, eventualmente, desencadenamos una escena reminiscente de aquella en la que el niño de La maldición se mete debajo de las sábanas de la protagonista. La principal diferencia es que, en el juego, la escena es más aterradora que políticamente incorrecta.

Mirar fijamente es de mala educación, niña.

En cuanto retomemos el control, empezará nuestro primer combate del juego. ¡Contra la madre fantasma y su hija a la vez, nada menos! En realidad, basta con prestar atención a mamá ectoplasma, porque la niña no hace nada por perjudicarnos, salvo estar ahí y acojonar cosa fina.

La estrategia de combate es sencilla. Localizamos al fantasma, lo mantenemos dentro del círculo de captura de la cámara mientras se recarga la potencia espiritual y, por último, pulsamos el obturador. Eso sí, lo mejor es esperar a que el círculo de captura sea de color rojo, porque así haremos más pupa. Es cuestión de paciencia, puntería y nervio. El Pokémon Snap debería haberse parecido a esto. Sí, ya sé que es la segunda referencia que hago a este videojuego, pero no conozco otro de hacer fotos que no sea erótico.

¡Di "patata", zorra!

Tras un corto paseo y otro encontronazo con la mujer tatuada, que más tarde se revelará como un personaje importante de la trama, Rei despierta en su apartamento. Este es el otro escenario del juego y, de momento, un lugar tranquilo en el que matar el tiempo, aunque, según avancemos, se irá transformando en la pesadilla de cualquier agencia inmobiliaria que no cuente con un empleado tan competente como Lionel Hutz.

Y si esperabais que os destripase esta aventura de principio a fin, lamento decepcionaros, porque hasta aquí hemos llegado.

No obstante, como soy generoso, me despido con una escena de ducha:

2 comentarios

  1. Otra reseña tuya que tenía guardada desde hace meses a la espera de tener tiempo para leerla (LOL, es grave). No pensaba dejarte comentario, pero he visto que no hay ninguno y eso no mola xD. Supongo que es por el lío ese que tuviste cuando cambiaste el sistema de comments y eso.

    Nada, me ha encantado, me he partido de risa con la entrada, y eso que el juego es de miedito. Me extrañó que jugases la tercera parte sin tocar antes las anteriores. Supongo que son juegos independientes y da igual el orden, tipo FF (?).

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  2. Lo de los comentarios de IntenseDebate es un asco. Están guardados, pero no sé cómo pasarlos a Blogger.

    Este fue el primer Project Zero que me compré, pero ya había jugado a los dos anteriores. Creo que hay un nexo común en todas las historias, pero se pueden entender igualmente por separado.

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